Una vez en nuestro volkswagen up, nos dirigimos a House Marija (en Seliste Dreznicko) donde nos alojábamos para, al día siguiente, visitar los lagos de plitvice (entrada: 110 kn en septiembre).
La casita, muy bien cuidada, ofrece habitaciones cómodas y un desayuno bueno. Aclarar que, teniendo en cuenta experiencias anteriores en países con tradición de alojamiento en casas de huéspedes, imaginaba un trato similar al sur de italia (esas burratinas con las que nos despertábamos cada mañana) o bien los copiosos desayunos escoceses de las highlands. No encontramos nada similar, ni pagando 40 euros la noche ni 150… los desayunos (los que los ofrecen porque muchos no te dan la opción) son sencillos, a base de tostadas y tarrinas de mermelada y paté.
Sin embargo, Marija es muy amable y muy dispuesta a ayudar (hasta nos pidió perdón por el mal tiempo). Pagamos unos 45€.
Cenamos en Degenija, lugar que nos recomendó Marija y el más popular de la zona. Muy bueno y muy bien de precio (170kn, unos 25€ los dos).

Después de la mañana encapotada en Plitvice y cuando empezaban a llegar las marabuntas de turistas, nos dirigimos a Zadar.
Zadar es una pequeña ciudad, el centro situado en una península, es muy tranquilo y bastante ajeno a las manadas de turistas. Cerca del puerto es fácil aparcar de forma gratuita. una vez dentro, recomiendo subir a la torre para ver las vistas y acercarse hasta el órgano de mar. Cenamos cerca de una preciosa plazoleta en un restaurante que se llama Pet Bunara, el servicio muy bueno y la comida bien también. De postre preferimos pasear un poco y encontramos una riquísima heladería artesanal: Eva, muy recomendable.
Nos alojamos en los apartments Klelija, ella no es especialmente anfitriona (es amable pero entre lo poco que habla inglés y las pocas ganas que le pone….). Este es otro tema que me sorpendió en el viaje, muchos croatas ceden parte de su casa para alojar turistas pero no parece que lo hagan con ningún tipo de vocación, quizá lo decidieron por necesidad o porque vieron la oportunidad pero, una vez más echo de menos encontrarme la acogedora señora que regenta un bed and breakfast en medio del lago ness o el italiano del norte que huye a la valle d’itria para iniciar una vida pausada alojando a turistas bajo un antiguo trullo.
