La mejor época para visitar la Costa Brava es, desde mi punto de vista, entre mayo y octubre, intentando evitar la época de más concentración de turistas que es agosto. En junio, julio y septiembre las temperaturas son generalmente buenísimas, los restaurantes y hoteles están en pleno funcionamiento y, entre semana, podremos disfrutar de algunos rincones casi solo para nosotros, cosa que en agosto es impensable.
Una de las ventajas es que los precios de los hoteles suelen ser menos abusivos y la disponibilidad de éstos es mayor, punto especialmente importante si hemos organizado el viaje sin mucha antelación. Podemos, incluso, buscar algunos alojamientos rurales que, aunque no están al lado de la playa, nos darán muchísima paz. Cabe deic, por eos, que en general, la Costa Brava, no es económica ninguna temporada del año pero, en temporada alta, los precios que emcontraremos son mucho más altos.
Si lo nuestro es más el lujo y la tranquilidad podemos optar por pequeños hoteles exclusivos con pocas habitaciones como: La Malcontenta, el Hotel del Far o El Racó de Madremanya, hotel del Teatre (Regencós), los dos últimos son «adults only».
Si buscamos un alojamiento más estilo B&B podemos alojarnos en Les Hamaques, un poco más alejado pero un lugar espectacular (en Viladamat) o sentirte en tu propia casa en Casa Calella.
Si nos gusta comer o cenar fuera podremos hacerlo también sin requerir tanta anticipación en los mejores lugares que en agosto, aunque para ciertos lugares siempre mejor reservar, como en el Far Nomo o Casamar que se llenan antes de que empiece la temporada alta.
Si por el motivo que sea viajamos en agosto, que no cunda el pánico. La belleza de este paraje único sigue siendo la misma y podemos encontrar maneras de escabullirnos un poco de la masa: visitar pueblos de interior, especialmente a las horas que la gente está en la playa; caminar un poco para llegar a las calas un poco menos accesibles (como Cala Estreta) o comer en restaurantes fuera de la primera línea de playa.
Conviene saber que, fuera de estas fechas, a partir de noviembre, diciembre o enero (según cada negocio) los alojamientos y restaurantes de la Costa Brava suelen cerrar. Los que menos lo hacen un mes y los que más prácticamente todo el otoño y el invierno. Lo más habitual suele ser cerrar unos 3 meses. Por lo tanto, tampoco nos pasemos en buscar épocas poco turísticas porque nos lo vamos a encontrar todo cerrado y poco podremos hacer, aunque eso va a gusto de cada uno, claro.